Con los ojos de Jesús

Pubicado en Vida Cristiana

www.cristianismohistorico.org Publicado por Ingrid Delgado

Con los ojos de Jesús

El propósito de la vida de un creyente es ser como Jesucristo, pero a veces las circunstancias que vivimos no nos son favorables y retan nuestro carácter, nos sentimos desafiados y es un hecho que estamos en una guerra, para hacer morir al viejo hombre y buscar que Cristo crezca en nosotros. Sin embargo muchas veces no solo tenemos que enfrentar algún infortunio, sino también relaciones sociales que hacen parte de nuestra humanidad, nuestro vinculo con nuestros amigos, familiares y hermanos, muchas veces se ve afectado por las obras que hacemos mal o aquellos actos negativos de otros que nos afectan y que coaccionan nuestro comportamiento y causan un retroceso en esa preciosa meta de ser como el Señor.

Sabemos que Dios ha predeterminado todo y que su voluntad es buena, agradable y perfecta pues siendo sus hijos es su deseo que seamos como Él es. Sin embargo muchos de nosotros nos impacientamos cuando las cosas no nos salen como esperamos y no entendemos porque los que están a nuestro lado nos hacen tanto daño y no menos importante el porqué aunque no queremos lastimarlos o pecar contra nuestros prójimos terminamos haciéndolo.

La convivencia no es nada fácil pero Dios ha dado en su Palabra pautas para poder manejar las situaciones de una manera mucho más sabia y poner los ojos en las cosas celestiales más que las terrenales. Se trata de ver con los ojos de Jesús, de tratar a los demás como el Señor lo haría, y agradarle en esto.

Cada vez que nosotros nos quejamos en contra de nuestro hermano, terminamos sin quererlo atacando directamente la obra de Dios y cuestionando el proceso que Dios opera en cada persona pues es Él quien da el crecimiento en cada uno, Salmo 127:1 Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.

1 Tesalonicenses 3:12  Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros. Cada hermano tiene un proceso diferente y Dios obra en su vida como sabiamente le place, es por esto que debemos tener cuidado de juzgar de manera equivocada pues nuestro hermano es una obra de Dios que está en proceso de ser perfeccionada. Apocalipsis 4:11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

2 Corintios12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Filipenses 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Dios es el que edifica, el que hace crecer, el que da a cada quien según como le place, es quien pone y quita y quien soberanamente permite pecados o nos guarda de ellos para mostrar su amor, por supuesto cada uno tiene una responsabilidad, pero no olvidemos que Dios sustenta todas las cosa que hace como quiere, en cada una de sus creaturas.

Pero nosotros nos quejamos porque nuestro hermano no avanza, porque no camina como debería, porque no es tan espiritual, muchos de nosotros vemos a los demás como inconstantes, como inferiores, pecadores, pero es sabido de todos nosotros que muchas veces somos heridos, que caemos y a veces nos es de mucha dificultad levantarnos, que nos falta la fe, el vigor y la vehemencia para servir, para mantenernos firmes y continuar la carrera, es por esto que la Biblia pide en Gálatas 6:1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Si todos padecemos, sufrimos y caemos, ¿Por qué osaríamos en pretender superioridad, ventaja, desprecio y muchas veces gobernar sobre nuestro prójimo o enseñorearnos de él?

¿Me pregunto  cómo sería nuestra vida si Jesús estuviera con nosotros, como actuaríamos en casa, en el trabajo, al hablar, al caminar en la calle, en los lugares que frecuentamos, en las cosas que hacemos a diario?, y no solo eso, ¿sino cómo le trataríamos, Siendo el Rey de Reyes y Señor de Señores, como nos dirigiríamos a Él? Tal vez eso produce temor en nosotros y ciertamente no lo trataríamos como lo hacemos con nuestros semejantes, porque sabemos que es Señor, desmesuradamente poderoso y Fuerte,  Malaquías 1:14 Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

No nos atreveríamos a proferir palabra alguna que pudiera ofenderle, seriamos reverentes, cuidadosos, santos, porque Él es digno.  Pero contrario a esto, con nuestros hermanos somos malos, nos enojamos, insultamos, gritamos, miramos de la manera más despectiva que podemos hacerlo, anulamos sus opiniones, los despreciamos, somos displicentes, y muchas veces los matamos con lo que sentimos hacia ellos, sin percatarnos que ellos son hijos de Dios y que el Espíritu Santo habita en ellos.

Recordemos que mientras Jesús era vituperado, golpeado, escupido y escarnecido, no abrió su boca ni profirió palabra alguna en contra de aquellos que le ofendían, por lo contrario oraba por ellos y tenia misericordia. (Isaías 35:7). En Juan 19:12, vemos como los judíos de manera hipócrita acusaban a Jesús y manipulaban las cosas, sabiendo que ellos tenían su propia legislación y un único soberano que gobernaba sobre ellos, más descaradamente atribuyen una supuesta amistad con el Cesar.

En la doble dimensión de sentido vemos en el Ver.14, como Pilato declara que Jesucristo es Rey y sin saberlo dice la verdad, a lo que los Fariseos responden que Él no es su Rey, (Ver. 15)  piden su crucifixión y lo más brutal de ese acto es que se atreven a decir: "no tenemos más rey que el Cesar" no solo manipulaban la situación para conseguir su cometido, sino que también se atrevieron a negar a su Dios públicamente y preferir a un rey que no les había sido dado, uno que no era Poderoso y Santo como aquel que un día les había llamado pueblo.

Luego entonces Pilato actúa como juez y dicta la sentencia, después de esa confesión por parte de ellos él baja el martillo, y entrega a Jesús para ser condenado y darle fin a su vida, y mientras tanto ellos sin saberlo estaban recibiendo su propia condena de muerte y habían declarado su rechazo a un salvador y a Dios mismo. Vemos entonces que Jesús fue testigo y delante de ellos tuvo que observar cómo le aborrecían, como su propia creación lo escupía, los que eran suyos,  los que había querido juntar eran quienes ahora le mataban y desestimaban su amor y misericordia,  y aun ante semejante pecado digno de toda indignación y la ira de Dios, Él, Jesucristo, no los destruyó, sino que tuvo paciencia y fue a la muerte más cruel, con toda sumisión y obediencia, sujetándose al Padre en su mandato y sujetándose también a quienes le llevaban atado y escoltado.

Mateo 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Al decir que es manso y humilde de corazón, nos muestra que es esa su naturaleza, que ha sido así desde antes de la creación, en toda su esplendorosa existencia la humildad y la mansedumbre están inherentes en sus atributos. Pero en nuestro caso, cuando nos ofenden reaccionamos con exasperación y nos quejamos  delante de Dios pidiendo que haga justicia, y es verdad, Dios dará el pago y de Él es la venganza pero ¿cuántos de nosotros pretendemos la justicia de manera equivocada?, descargamos nuestro enojo y pecamos en aquello que Dios nos pide: Levítico 19:17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. Aborrecemos a nuestros hermanos, y estropeamos la unidad de la que habla la Escritura y el guardar el vínculo perfecto: el amor.

Atentar contra el hermano es desprestigiar el sacrificio de Cristo, pues Él fue partido para que nosotros estuviéramos unidos, siendo miembros de un solo cuerpo, en un mismo sentir y un mismo espíritu, y es de tal relevancia este punto que el  mismo Jesús declara un juicio sobre quien busque alterarse en contra de un hermano, Mateo 5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Podemos ver en este texto estándares muy altos sobre los cuales Dios quiere que seamos formados.

Por otra parte el Espíritu Santo habita en nosotros y es Él el regalo más precioso que recibimos, después de la partida de Jesús a la gloria de su Padre. Sin embargo lo contristamos, no solo cuando pecamos, sino cuando tratamos a nuestros hermanos de la manera equivocada, pues directamente le ofendemos a Él.  1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? En mateo 25 del 35 al 46, vemos como Jesús relaciona las obras que nosotros hacemos hacia los demás con las obras que hacemos para él, Esto quiere decir que las maneras más recurrentes de transgredir y ofender a Dios están en lo que hacemos con nuestros hermanos Ver. 40:Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Es decir que lo malo y lo bueno que hacemos con nuestros hermanos es un acto directo hacia Jesús.

Si tan solo viéramos a los demás con los ojos de Jesús, les amaríamos como Él los ama, les trataríamos con la misericordia con la que Él los trata, incluso daríamos nuestra vida tal como Él la entregó.  El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. Pero somos muy dignos para eso, nos creemos dueños de las cosas y dueños de las personas y pensamos que deben ser como queremos que sean con nosotros, olvidamos que somos posesión de el Señor y que solo somos siervos, necesitados, incapaces, hambrientos y pobres, y que nuestro único valor y nuestra vida se encuentran en Jesucristo, el Salvador.

En la línea de pensamiento Juanino podemos ver una secuencia de ideas que tienen un sentido determinado como en estos dos versículos: Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Vs  1 Juan 3:16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. En estos dos versículos encontramos la esencia del amor, renunciando a nosotros mismos, de la misma manera en que Cristo se despojó a sí mismo. De manera que tratándose de una muerte y una renuncia progresiva, debemos pensar en los demás antes que buscar agradarnos a nosotros mismos.

Cuando un ventrílocuo mete su mano en la marioneta, por el lado por el que observemos nos damos cuenta que jamás veremos la mano porque está escondida dentro de ella, y si el ventrílocuo le hace hablar  y si  hiciera preguntas conversaríamos con ella, y tal vez llegaríamos a olvidar que es un simple muñeco manejado por una mano, así que olvidamos  la existencia de la mano, y comenzamos  a tratar al muñeco como si tuviera vida propia. De la misma manera estamos escondidos en Cristo, cuando el Padre nos ve, ve la justicia y santidad de Cristo en nosotros, y debiendo hacer lo mismo es nuestra responsabilidad ver a Cristo en los demás y hacer de ello una constante de manera que les tratemos como a Él, sabiendo que somos reconocidos como hermanos por el Señor, y somos coherederos con Él.

Dejemos pues todas aquellas cosas que nos impiden una comunión entre nosotros que sea grata al Señor, se trata de su gloria y de la obediencia a sus mandamientos, de amarnos entre nosotros mismos y ser una ofrenda, un sacrificio vivo en olor fragante; Jesús se hizo gusano como nosotros (Job 25:6), pues hemos de reconocer que éramos depravados, muertos, éramos como nada y Dios nos resucitó y nos hiso ser nuevas creaturas, por la gracia del Señor hoy somos linaje escogido, una nación santa, hijos de Dios. El salvador eterno no estimo su propia persona, vino a darnos ejemplo de vida y un valor inestimable en Él, no pasemos entonces por encima del Sacrificio de Cristo pues no perdonar implica un insulto a la redención que Él ha regalado a nuestro hermano(a) y un aborrecimiento a su mandato, a su propio carácter y voluntad.

Nuestras vidas son el reflejo de la salvación, no podemos hablar de amor cuando no nos amamos los unos a los otros, cuando los demás deben reconocernos por ese fruto que no puede faltar en nosotros y que es la viva evidencia de que estamos con Dios, de que somos sus hijos y que le conocemos. Debemos mirar con los ojos de Jesús.

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