EL CONTENTAMIENTO, ESA RAREZA.

Pubicado en Vida Cristiana

J.C. Ryle (1816-1900).

EL CONTENTAMIENTO, ESA RAREZA.

"Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, porque Él dijo: No te desampararé ni te dejaré" (Hebreos 13:5).

El contentamiento es una de las gracias más raras. Como todas las cosas preciosas, no es muy corriente. Hubo un antiguo puritano que escribió todo un libro sobre el tema y lo tituló "La rara joya del contentamiento cristiano" (1). Se cuenta que una vez un filósofo ateniense fue a la plaza del mercado a mediodía con un farol para poder encontrar un hombre honesto. Creo que habría considerado igualmente difícil encontrar a uno medianamente contento.

Antes de pecar, los ángeles caídos tenían el mismo cielo para habitar, la presencia de Dios y su favor inmediato; pero no estaban contentos. Adán y Eva tenían el jardín del Edén, en el cual podían disponer de todo lo que encontrasen excepto de un solo árbol; pero no estaban contentos. Acab tenía su trono y su reino, pero mientras la viña de Nabot no fuese suya, no estaría contento. Amán era el ministro favorito del rey de Persia, pero mientras Mardoqueo se sentara en su puerta, no estaría contento. Ocurre lo mismo en todas partes en la actualidad. La murmuración, la insatisfacción y el descontento con lo que tenemos, todas estas cosas nos saludan en cada esquina.

Decir con Jacob "Tengo suficiente" (Génesis 33:11) parece radicalmente contrario a la naturaleza humana. Decir "Quiero más" se parece más a la lengua materna de todo hijo de Adán. Nuestros niños, los que viven a nuestro alrededor en casa, son ilustraciones cotidianas de la verdad que acabo de afirmar. Aprenden a pedir más mucho antes que a estar satisfechos. Están mucho más dispuestos a llorar por lo que quieren que a decir "gracias" cuando lo han recibido.

Habrá algunos lectores, me aventuro a decirlo, que no quieren algo distinto de lo que tienen, algo más o algo menos. Lo que tienes no parece tan bueno como lo que no tienes. Si sólo pudieras tener esto o aquello, te imaginas que serías más feliz.

Escucha ahora el poder que el mandato del Señor por boca de Pablo debería tener en nuestras conciencias: "Estad contentos con lo que tenéis ahora", escribe. No con las cosas que teníais antes, no con las cosas que esperáis tener, sino con las cosas que tenéis ahora. Con tales cosas, seas las que sean, debemos estar contentos: con esa casa, con esa posición social, con esa salud, con ese salario, con ese trabajo, con esas circunstancias en las que nos hallamos debemos estar contentos ... Estar contento es ser rico y acomodado. El rico es aquel hombre que no desea nada más ni pide nada más. No me refiero a cuánto ascienden sus ingresos. Un hombre puede ser rico en una choza y pobre en un palacio.

Estar contento es ser independiente. El hombre independiente es aquel que no depende de las cosas creadas para su comodidad y que tiene a Dios por su herencia. Un hombre así es el único que siempre es feliz. Nada puede faltarle o salirle mal. Las aflicciones no le harán tambalearse, y la enfermedad no turbará su paz. Puede recoger uvas de los espinos e higos de los abrojos, porque es capaz de sacar bien del mal. Como Pablo y Silas, cantará en la cárcel con los pies aprisionados por grilletes. Como Pedro, dormirá tranquilamente a la espera de su propia muerte la noche antes de su ejecución. Como Job, bendecirá al Señor aunque sea despojado de todas sus comodidades.

¡Ah, lector! Si quieres ser verdaderamente feliz - ¿y quién no lo querría? -, busca la felicidad donde únicamente puede ser hallada. No la busques en el dinero. No la busques en el placer, en los amigos o en el conocimiento. Búscala en tener una voluntad en perfecta armonía con la voluntad de Dios. Búscala en aprender a estar contento.

(1) (1) Jeremiah Burroughs (1599-1647)

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