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Angel Álvarez
Tropezando en la misma piedra 1de2
Génesis 18:22-33
Fecha de SermónTítuloMultimediaReproducciones
Texto BiblicoSeriesDuración
18/7/2009Tropezando en la misma piedra 1de2
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1027
Génesis 18:22-33Abraham: Lecciones de su vida49 mins 35 secs
“¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad” (Habacuc 2:14)

1. La caída de David comenzó en realidad mucho antes de su pecado con Betsabé: ya se dio durante su exilio en los tiempos de Saúl. El ungido del Señor comenzó a tener muchas mujeres. A pesar que estaba culturalmente admitido en aquella época, era un comportamiento que transgredía los mandamientos de la Ley divina (Gn. 2:24; Dt. 17:17). Es significativo el interés concedido a la historia de Abigail, y que, en adelante, ella será siempre llamada “la mujer de Nabal”. Fue con ella que David comenzó la poligamia.

De esta manera, la noción misma de adulterio perdía todo sentido para David. Una nueva “aventura” sólo suponía para él una nueva concubina. La única diferencia con Betsabé, pues, era que ella estaba casada.

2. Además de su terrible carácter moral, el pecado de David con Betsabé tenía un componente político importante, puesto que era la traición del rey a dos de sus mejores hombres: Urías, oficial de la guardia real (2 Sam. 23:38) y Ahitofel, consejero de David y abuelo de Betsabé (2 Sam. 11:3 ; 23:34). Igualmente, David se deslegitimaba a sí mismo ante Joab, el asesino de Abner. David había permanecido en una situación de debilidad ante el jefe del ejército, por lo cual no había podido ejercer justicia por la muerte de Abner; en vez de hacerlo, David maldijo a Joab por su pecado (2 Sam. 4:39). Al dar órdenes a Joab para que Urías fuera muerto, David perdía su autoridad moral y se convertía, a sus ojos, como él.

3. El pecado continuo de David, acerca de la “proliferación” de sus mujeres, había tenido graves consecuencias en el ámbito familiar. David tenía gran número de hijos con sus muchas mujeres, con los cuales, es de imaginar, no mantenía relaciones normales entre padres e hijos, especialmente agravado por el hecho de que era el rey. Sus hijos, pues, tampoco tuvieron verdaderas relaciones fraternas. Todos eran hijos del rey, pero cada uno era hijo de su propia madre, y cada madre provenía de ambientes diferentes.

Amnón, el primogénito de David y el heredero legítimo de la corona, era hijo de una israelita de Jezzreel (2 Sam. 3:2), por tanto, de origen humilde y miembro del pueblo de Dios, mientras que Tamar y Absalón eran hijos de una princesa pagana, la hija del rey de Gesur. Demasiada disparidad, cuyo único vínculo no era más que la figura del rey-padre.

Esto fue, por tanto, un campo abonado para que se desarrollara la distancia y la rivalidad entre ellos. O incluso la atracción física, como ocurrió entre Amnón y Tamar. Es también significativo que se diga que el rey no habría negado el matrimonio entre los dos hermanastros (2 Sam. 13:13).

Con la tolerancia del pecado de Amnón, la figura y la autoridad del padre-rey se quiebran, y la familia acaba por romperse del todo.

4. El pecado de los padres se reproduce en los hijos, pero también se agrava. Se hace más sórdido. Es el caso de Amnón, el vivo retrato de la lascivia de su padre. Es de resaltar el paralelo entre el hecho de que David hiciera llamar e introducir en sus cámaras a Besabé y lo que posteriormente haría Amnón con su hermana (2 Sam. 11:4 // 13:6-7).

5. David no castigó el pecado de su hijo como ciertamente era su deber como rey, sobretodo cuando éste se convirtió en un escándalo de dominio público. Deja que sus sentimientos minen la moral pública de la población. Permitiendo en crimen sin el justo castigo, David comete también una segunda injusticia al honor ultrajado de su hija Tamar. Al hacerlo, David produce una ruptura definitiva en el seno de su propia familia, que repercutirá finalmente en una brecha en un reino. Como no puede ser de otra manera, puesto que en la monarquía, la unidad del pueblo se halla encarnada en la unidad y prosperidad de una sola familia.

6. Acerca de la revuelta de Absalón propiamente dicha, ella comienza con el asesinato de su hermanastro Amnón. Bajo la apariencia de hacer justicia a su hermana, fue un crimen terrible cometido ante la presencia de sus hermanos horrorizados (2 Sam. 13:29.36). Al mismo tiempo, fue pasar por encima de la autoridad de su padre, el rey.

Pero también hay que contemplar la importante dimensión política del asesinato: al matar al heredero legítimo, Absalón abría la cuestión de la sucesión dinástica. Por orden de nacimiento, el heredero debía ser Quileab, hijo de Abigail (2 Sam. 3:3). Absalón era el siguiente en el orden de sucesión. El trono estaba demasiado cerca, y él era ambicioso. O tal vez incluso su hermano mayor había ya muerto joven, y entonces era él el heredero legítimo. En ese caso, solo tendría ante él a su padre.

7. Hay indicios de que el exilio en Gesur representa una especie de “experiencia espiritual” para Absalón. Allí hace el voto de servir al Señor como Dios suyo si finalmente regresaba a Israel (2 Sam. 15:7-8). Antes, pues, era pagano de corazón, siguiendo seguramente las divinidades sirias, conocidas a través de su madre. En realidad, Absalón se equivoca absolutamente en el terreno espiritual, debido al endurecimiento del engaño del pecado (Heb. 3:13), el pecado del asesinato de su hermano, del cual no se había arrepentido.

Sin duda, Absalón comprendió su situación en el exilio en Gesur a la luz de la experiencia de su padre ante Saúl. Así, se siente llamado y con fuerzas para acabar con el gobierno decadente de su padre.

8. La persona que hará regresar al final a Absalón a Israel será Joab. El papel de este último es algo enigmático. El jefe supremo del ejército caído en desgracia ante el rey tras el asesinato de Abner parece mostrar siempre un verdadero afecto por David (2 Sam. 12:26-28; 19:5-6). La estratagema que concibió para hacer regresar a Absalón parece no tener otro objetivo que ganar méritos ante el rey (2 Sam. 14:22). Parece así querer “ayudar” al rey vacilante a decidirse a hacer volver a su hijo del exilio (2 Sam. 14:1). En el fondo, se trata de una especie de actitud maternal, poco respetuosa hacia el rey.

9. Paradójicamente, el que hace una treta al rey, Joab, será también víctima de una estratagema de parte de Absalón, pero esta vez mucho más violenta: Absalón manda quemar los campos segados para ser llevado ante el rey (2 Sam. 14:28-30).

Esta acción de Absalón es, si lo pensamos, verdaderamente tremenda. ¡Lo que hace Absalón aquí es emplear la violencia para acceder al poder! Porque si el análisis hecho es, como creemos, cierto, Absalón ya hizo durante su exilio el plan de rebelarse contra su padre, pero permanece durante dos años pasivo, sin acceder al rey, y sin hacer nada para obtener gracia de él. No hace nada que pueda levantar sospechas. Se gana la confianza de la gente, pero al mismo tiempo, crea alrededor de él una suerte de gran expectativa. Entonces, de repente, hace un gran golpe de efecto. Enciende las llamas que lo devoran todo. Podemos imaginarnos los efectos psicológicos de esta acción.

Joab no reacciona, tal vez debido al miedo. David, seguramente ignora lo que pasa, y abraza a Absalón.

En la actualidad, diríamos que Absalón cometió un acto terrorista para acceder al poder. Hay analogías en la Historia, como el incendio del Reichstag por Hitler, en 1933. El plan de Absalón estaba ya concebido, pero improvisa a medida que los acontecimientos avanzan, o no lo hacen. Lo suyo fue dar “un golpe de volante”, una decisión temeraria. Ante el espectáculo de los avances de Absalón, nadie sabe cómo reaccionar, o no tiene la valentía de hacerlo.

10. El periodo entre el atentado contra Joab y el ascenso al poder, tras la rebelión abierta, se caracterizó por el uso intensivo de lo que hoy llamaríamos propaganda, con vistas a ganarse el apoyo del pueblo. Primeramente, mostrando la fuerza públicamente (2 Sam. 15:1). A continuación, por sus mensajes mentirosos y la adulación al pueblo (2 Sam. 15:3-4). El resultado: Absalón “robaba” el corazón del pueblo en su provecho (2 Sam. 15:6).

11. Una vez entra en Jerusalem, y habiendo huido David y sus hombres, Absalón comete una acción abominable: se acuesta, a ojos de todo el pueblo, con las mujeres de su padre.

He aquí la segunda acción impresionante de la historia de Absalón. Esta acción es:

1) desde un punto de vista humano, abominable, en todas las culturas y en todas las épocas;

2) por otra parte, es el cumplimiento de la sentencia divina, tras el pecado de David con Betsabé (2 Sam. 12:11);

3) pero, a nivel humano, la acción, que era el consejo de Ahitofel (2 Sam. 16:21) es de una terrible lógica interna, y de un innegable valor político:

a) Lo más evidente, al cometerla Absalón humilla públicamente a su padre;

b) Pero es más, este acto transforma la realidad:

1. Porque no permite una vuelta atrás: tras ella, no hay reconciliación posible entre Absalón y su padre;

2. Porque se trata de una subversión absoluta de los valores: se acaba con el respeto filial, y con el pudor y decencia. Sus contrarios son institucionalizados.

De esta manera, se trató de sobrepasar el antiguo régimen por medio de la utilización pública del sexo.

12 Una vez que Abslom entró en Jerusalem, y cometió este crimen execrable, queda todavía por tomar la decisión acerca del curso de los acontecimientos. “¿Qué hacer?” Si hubiera seguido el consejo de Ahitofel, una acción expeditiva y fulminante contra su padre, ciertamente habría coronado su rebelión con éxito (2 Sam. 17:1-2.14). Pero sigue el consejo dado por Husai, el amigo de David, para contrarrestar el plan de Ahitofel, consejo de Husai en el que aconsejaba prudencia: reagrupamiento de fuerzas, con vistas de manifestar la abrumadora mayoría numérica y de medios (2 Sam. 17:8-13).

13. La decisión de Absalón muestra, por una parte, una gran arrogancia, y por otra parte, una gran ingenuidad. Arrogancia, puesto que confiaba en la mayoría numérica como clave de la victoria final, sin considerar que es el Señor quien da siempre la victoria, y esto a pesar del número de combatientes. Es Suya la victoria, y la concede a quien quiere. El corazón de Absalón, por tanto, era incircunciso.

Sin embargo, Absalón mostraba también una gran ingenuidad. No contaba con las deserciones en su propio bando, debidas al miedo, como Ahitofel (2 Sam. 17:23). Tampoco contaba con las ayudas que su padre iba a recibir por parte de sectores clave del Estado, como confidentes o agentes doble (2 Sam. 17:15-22). Finalmente, tampoco contaba con las ayudas que su padre podría recibir del exterior (2 Sam. 17:27ss). Unos, los del interior, actuarían por amor y fidelidad al ungido del Señor. Los otros, en el exterior, por respeto a un gobernador extranjero victorioso en muchas campañas militares, así como también, seguramente, por respeto al orden legítimo de su país vecino. Absalón se convertía en un peligro potencial de desestabilización para los demás países de la región.

14. Acerca de la batalla decisiva, ésta fue ganada por los hombres de David. Fue el Señor quien concedió misericordia a quien Él escogió, y se había humillado ante Él y los hombres (2 Sam. 15:30; 16: 5-12). Pero, desde el punto de vista humano, la victoria fue ganada por el ejército movido por el amor hacia el rey legítimo. La batalla se libró en terreno de David (2 Sam. 18:6). Los hombres de David presentaron batalla en un terreno difícil, que el ejército Absalón, a pesar de su superioridad numérica, no dominaba.

Jorge Ruiz Ortiz, artículo publicado en Nueva Reforma, nº 76 (enero-marzo 2007), pp. 29-31.
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