NO. 70
"Celoso de buenas obras." Tito 2: 14.
Sermones
No tenemos miedo de inculcar en ustedes un espíritu legalista por lo que vamos a decir, pues, creemos que después de nuestras frecuentes exhortaciones apoyadas por el Espíritu Santo, para que eviten cualquier cosa que semeje confianza en sus buenas obras, no sentimos temor que nos malinterpreten como para suponer que, cuando hablamos de buenas obras hoy, queremos de alguna manera que se imaginen que esas buenas obras pueden promover su eterna salvación. Nos esforzamos aquí arduamente el domingo antepasado para enseñarles la diferencia entre los dos pactos: el pacto de gracia y el pacto de obras. Les ruego que traten de recordar lo que dijimos en esa ocasión, y si por cualquier equivocación de la lengua dijésemos algo que pudiera parecer legalismo, cotejen ambos mensajes, y allí donde cometamos algún error sobre la grandiosa verdad de la justificación por fe, rechacen nuestro testimonio.
"Celoso de buenas obras." Hay algunos que nos oyen predicar alta doctrina, y nos escuchan declarar constantemente que por gracia somos salvos por medio de la fe, y esto no de nosotros, pues es don de Dios. Por lo tanto, suponen que no podemos predicar sobre buenas obras, y que no podríamos predicar un buen sermón de exhortación a los cristianos, para que vivan en santidad. Bien, no diremos que podemos predicar un buen sermón, pero sí diremos que intentaremos predicar un sermón sobre ese tema que será tan bueno como los suyos, que conduzca a los hijos de Dios a vivir en santidad de la misma manera que puede hacerlo cualquiera de sus exhortaciones, cimentadas como están en la confianza en la carne, y basadas en amenazas, regulaciones y promesas que ellos suponen que inducirán a los hijos, pero que sólo son buenas para esclavos, mas de poca valía para que operen en los creyentes que verdaderamente han renacido. Los hijos de Dios conforman un pueblo santo. Para este propósito específico nacieron y fueron traídos al mundo, para que fueran santos. Para esto fueron redimidos con sangre y fueron hechos un pueblo peculiar. El propósito de Dios en la elección, el fin de todos sus propósitos, no se ve cumplido mientras no se conviertan en un pueblo "celoso de buenas obras."
Ahora, esta mañana, primero que nada, les hablaremos de la naturaleza de las buenas obras, pues hay muchas cosas llamadas buenas obras que no lo son en lo absoluto; en segundo lugar, vamos a rastrear a las buenas obras hasta sus orígenes: vamos a descubrir de dónde provienen las buenas obras; en tercer lugar, intentaremos mostrarles el uso de las buenas obras; y vamos a concluir procurando demostrar que nuestras doctrinas de la gracia que discrimina, que distingue, la gracia inmerecida, tienen influencia para convertirnos a los creyentes en ellas, en "celosos de buenas obras."